Un Sevillano en Benidorm 2

Una vez nos hubieron repartido a todos los “bichos” delante de nuestras respectivas compañías, nos dieron un minuto para entrar a dejar los petates en la que sería nuestra cama para los próximos 45 días y de vuelta al patio a formar.

Lo siguiente fue ir pasando de cinco en cinco a un local grande donde había cinco sillas y cinco tíos con cara de mucha mala leche, ropa de faena desaliñada y maquinillas de pelar en mano.

Lo peor de lo peor, un veterano peluquero, y yo con estos rizos.

“Todo pelo que sobrepase el grosor de un lápiz, a la mierda.

Cuando salí de aquella masacre, no lograba reconocer a nadie con los que había estado hacia tres minutos, que era el tiempo que tardaban en raparte, solo veía muchas cabezas pelonas con las orejas muy grandes.

Que solo me sentía.

Al poco, fuimos reconociéndonos por la voz, y nos volvíamos a juntar, daba penita vernos, parecíamos judíos en un campo de concentración.

Fuimos pasando a otro departamento para recoger el uniforme, las botas y la ropa de cama, y ya pasábamos a nuestra camareta para vestirnos y vuelta al patio a formar.

Ahora sí que sí, ay may.

Hasta el momento de colocarnos aquel uniforme, no creo que nadie tuviese conciencia de donde estábamos. Pero ahora sí que aquello no tenía vuelta atrás.

Estábamos en la mili.

Nos dieron unas horas de asueto, hasta la una y media, creo, que era la hora de la comida y tendríamos que volver a formar en el patio.

Unos la usaron para recomponer su camareta y hacer la cama, otros para comerse y beberse lo que aún les quedaba en el petate y otros para intentar aceptar donde estaban.

Excepto uno, que volvió a ponerse su ropa de paisano, y ni corto ni perezoso se dirigió a la entrada principal para coger el autobús e irse a su casa.

Lo cogieron en el cuerpo de guardia y se lo llevaron de allí, creo que al hospital con un ataque de ansiedad, no recuerdo que jurase bandera con nosotros, seguramente lo haría en el mismo hospital, de hecho en mi compañía hubo algunos que juraron en la enfermería.

Volvimos a formar para la comida y fuimos entrando ordenadamente en él un comedor enorme con uno mogollón de mesas donde cabían por lo menos diez o doce tíos en cada una.

Una vez sentados, iban pasando unos tíos parecido a cocineros, con unos carros grandes y nos iban dejando dos perolas por mesa.

Y me dije, esta es la mía.

Yo llevaba un papel de mi médico de cabecera, donde decía que dada mi gastroenteritis debería comer los alimentos que a continuación se relacionan.

Y se lo di al tío que tenía pinta de todo, menos de cocinero.

Se partió el culo de la risa y me dijo,  vale, vale, tú espera que ahora te traigo tu comida.

Hijo puta, me quede esperando y ese día tuve que recurrir a la caridad de los que aún les quedaba algo de comida en el petate.

Evidentemente, como soy de fácil aprendizaje, no fui a preguntarle que había hecho con mi papel y en la cena me comí todo lo que pude y más.

La última formación era “retreta”. Qué bonito.

En retreta, nos contaban y nombraban a los que esa noche y el día siguiente, tendrían diversos quehaceres. Unos, esa misma noche harían “imaginaria”, que es lo que me tocó a mí, primera imaginaria.

Otros irían al día siguiente a la cocina, eso era chungo de verdad, y al que le tocaba, pasaba todo el día limpiando ollas enormes, pelando interminables sacos de papas y lavando más platos que en tres vidas de civil juntas.

Pero tenía algo bueno, te pasabas todo el día comiendo y eso estaba bien.

El día que me tocó cocina, recuerdo haberme metido dentro de una de las ollas para poder limpiarla y que el suelo de la cocina, que en origen era de terrazo liso, ahora era grasiento y le sobresalían las piedrecitas como si fuera el empedrado de cualquier calle toledana, de tantas veces como se limpiaba.

Los demás reclutas, empezarían a hacer instrucción en aquellos campos polvorientos y donde hacía más caló que oju, oju que caló hacía.

Evidentemente los desmayos estaban a la orden del día, lo que no llegue a saber es si todos eran de verdad.

Nuestros días pasaban entre marchas, gimnasia, instrucción y borracheras nocturnas a base  de orujo casero del que les mandaban a los gallegos sus familias.

Por supuesto también estaba la clásica peleíta entre compañías para ver quien desfilaba mejor, todo eso claro está, promocionado por los mandos, que se cruzaban sus apuestas a costa de machacarnos en el campo de instrucción.

Todo muy romántico como veis y sabeis.

Recuerdo que tuvimos que rellenar un papel con nuestros datos y un montón de preguntas, como para hacernos una especie de perfil para el facebuc.

En la pregunta, estudios realizados y ocupación o profesión, yo puse, graduado escolar y que hasta llegar allí, estaba trabajando con un camión en Sevilla. Eso me sirvió para una vez terminado el permiso de jura, volver al C.I.R. para hacer el curso de conductores.

Comentando entre los compañeros, lo que habíamos puesto cada uno, tuvimos que tirarnos al suelo de la risa. Había uno de un pueblo de Sevilla, no recuerdo ahora cual, que nos estaba contando lo que él había puesto.

Estudios realizados: leé y escribí.

Ocupación: tocá el tambó.

Profesión: cogé asitúna.

Y el tío se quedó tan contento.

Lo cogieron para la banda porque el puesto de secretario del capitan, ya estaba ocupado. Je je je.

Por cierto, a ese fue al primero que le pegaron la hostia el primer día que fuimos a tiro, y la verdad es que no sé porque.

El pobre solo se volvió diciendo,

“mi sahgento primero, esto sa tascao”.

En fin que no lo entiendo.

El solo había hecho lo que nos habían dicho mil veces.

“Si el cetme se atasca, levantáis la mano, os dais la vuelta y le apuntáis al sargento primero en la cabeza, y ya ira él a ver que os pasa.

No estaban contentos con na.

que quieres que diga Leon ?...

ozu que arte pisha!!

la que ibamos a liar tu y yo juntos...seguro, seguro que nos expulsaban del Foro por cachondos....

por un momento me has recordado a tu paisano el tristemente fallecido Paco Gandia.

PD.

Leon viste mi mensaje privado con el enlace que te prometi ?

¡Jodo petaca! Es la hosti, y que memorión. Sin duda nos vas a hacer recordar a todos.

Muuuuu güeno León.

Con Leon creo que no nos vamos a aburrir. Sigue contando estas cosas ,que es lo que hemos pasado casi todos y casi no teniamos ya recuerdos de ello.

Muy bueno, si señor

Nada Leon , me hago admirador tuyo , no me voy a perder ni uno de tus relatos, me has hecho revivir ese día , desde luego ,te lo pones a pensar ahora después de los años y no me veo yo a los chavalones de hoy en día aguantando lo que aguantábamos nosotros , como han cambiado las cosas ¡¡

Leon, para cuando la proxima entrega ??????????

dale caña...virtuoso!!

ando en ascuas por leerla...

Paco Palacios " el Pali" y la "Pila del Pato".

Joooder que buenas sagas, ya estoy deseando ller la siguiente, que a lo tonto a medida que leo se me refresca la memoria.

No lo había leído hasta ahora.... se me saltan las lágrimas... de las carcajadas !!
Me imagino la cara del sargento primero... “mi sahgento primero, esto sa tascao”.

El bueno del amigo  Leon, tiene arte hasta "pa regala' "...


"desde que le abandonaron las musas", salio del Foro en estampida, de vez en cuando se conecta y yo le mando un MP, pero "na de na"...esta "mas callado que en misa", el Leon ni ruge, no dice "ni pio".


Donde andara el Leon? ...a ver si se anima y hace acto de presencia por aqui.

Lastima que perdi su numero de telefono.