Un Sevillano en Benidorm 4

El día antes, todo el mundo estaba muy atareado limpiando las botas, las hebillas, los botones de la guerrera y dándole betún a los correajes que deberíamos llevar relucientes el día de la jura.

La emoción y el nerviosismo se notaban en el ambiente, porque mañana dejaríamos de ser reclutas y a la vuelta al cuartel tendríamos la categoría de “bultos”, cosa que no me ocurrió a mí, porque yo volví otra vez al C.I.R.

Desde muy tempranísimo, estábamos todos vestidos de bonito o granito, como más os guste llamarlo, incluido guantes blancos.

Ese día era jornada de puertas abiertas y andaban por allí cantidad de familiares, menos los míos, curioseando y viendo donde habían estado sus hijos haciéndose hombres.

La jura fue larguísima y ese día hacía un calor de la leche.  

Recuerdo que en la charla que dio el Páter, mientras nosotros  estábamos en posición de firmes, se oía de vez en cuando el ruido de un Cetme cayendo al suelo.

Sonido característico de recluta mareado y cayendo de boca sobre el asfalto.

Todos teníamos el petate preparado para nada mas escuchar el “Rompan filas” salir pitando de allí con destino a nuestras casas.

El ejército te pagaba el barco y el tren de vuelta, y yo no sé cómo lo hice, pero pude canjear esos billetes por uno de avión directo a Sevilla.

Parecerá mentira, pero no tenía muchas ganas de volver.

Recuerdo que esas dos semanas de permiso de jura, estuve trabajando con el camión de mi padre, para conseguir llevarme algún dinero de vuelta a Palma, y también recuerdo que el padre de mi novia me dio más dinero que el mío propio.

No se pa qué coño trabaje esos días.

Que ganas tenia de volver a Palma.

Por cierto, os voy a contar lo que me paso durante el permiso.

A los tres o cuatro días de estar en Sevilla, nos salió un porte de ventanas de aluminio, para una obra, de las muchas que tenía la empresa a la que le trabajaba antes de irme a la mili.

Venia mi hermano “Nene” conmigo, era viernes y estábamos deseando acabar con ese trabajito para disfruta del fin de semana con los colegas del barrio.

Descargamos las ventanas y con las mismas, vuelta para Sevilla con el camión vacío.

Llegando a Sevilla, a la altura de Hospital Militar, pasando Bellavista, recuerdo que veníamos arreándole al camión.

Un nota se para en un semáforo en ámbar,  yo venía por el carril izquierdo, detrás de un coche, que parecía que no iba a parar.

Pero el tío, en el último momento decide pararse en el semáforo, así que tuve que pisarle a fondo los frenos al camión, que como venía vacío, empezó a culearme sin control.

Con tan mala suerte que fui a darle por detrás al coche que ya estaba parado, con más mala suerte, porque al girar los dos, le volví a dar otro porrazo con la trasera.

Cuando logramos parar el camión, vi salir del coche a un tío con bata blanca,  que dijo unas palabras ininteligibles y cayo redondo al suelo.

De pronto empezaron a parar coches en el lugar del accidente, todos conocidos del que estaba en el suelo desmayado.

Y cuando empecé a distinguir a los que se estaban parando, solo me vino un pensamiento a la cabeza.

“León, te vas a pasar tres o cuatro milis en una prisión militar de alta seguridad”

Todos los que salían de los coches, eran militares que trabajaban en el Hospital que había allí cerca y amigos del de la bata blanca que estaba desmayado con una brecha en la frente.

Era un Capitán Medico.

Con la pinta que yo tenía era imposible negar que era un recluton, así que lo mejor que podía hacer, era identificarme y que fuera lo que Dios quisiera.

Increíblemente, todos me trataron súper bien, intentando quitarle hierro al asunto. Creo que se estaban apiadando de mí.

Al Capitán se lo llevaron al hospital y le curaron la herida, que solo era un rasguño, que se hizo al dar de cabeza con el pedal de freno de su coche.

Mi hermano tuvo que rellenar los papeles, porque yo no era capaz ni de sujetar el boli con las manos.

Fui a verlo al hospital, mientras lo estaban curando, y cuando salió, estuvimos hablando un rato grande.

Me pregunto quiénes eran mis mandos en el C.I.R. para escribirles una cartita y me recomendó que contara lo que había pasado a mis mandos, pero que me fuese tranquilo que no me iba a pasar nada.

Y el tío no me mintió. No me paso nada, y todo se quedó en una anécdota.

Esto que os he contado, me lo recordó mi hermano “Nene”.

Gracias, hermano.

Como ya os dije me habían cogido para hacer el curso de conductores, (C) que duró dos meses y después otro mes más para otro curso que hice en Automovilismo para el carnet de camión articulado (C1E y CE), por lo tanto cuando llegue al cuartel  B.M.I XIV, ya estaban allí mis “hijos” y me había librado de las famosas novatadas.

Tres meses en el C.I.R. sin guardias, imaginarias, ni ningún servicio que no tuviera relación con conducir o estudiar mecánica.

Ya no llevábamos el galón amarillo o rojo, ya no me acuerdo, en la hombrera y para los reclutas recién llegados al C.I.R. éramos veteranos,  por lo tanto merecedores de invitación a calimocho, en el Hogar del Soldado,  a cambio de unas cuantas respuestas tranquilizadoras, que calmaban  sus acojonadas mentes, todo un privilegio.

Pasábamos los días, estudiando mecánica y conduciendo los REOS con motores de gasolina, que eran de la guerra de Corea.

Recuerdo que para el examen de conducción cada uno lo cogía un rato, hasta que le parecía al sargento que nos examinaba y recuerdo que llegamos hasta Andratx.

Ya una vez de vuelta nos cogió la hora de la comida en Calviá, que por cierto estaban de fiestas y con las mismas nos compramos una botella de DYC, en un chiringuito callejero, que nos bebimos entre tres, con los bocatas que llevábamos.

Ni que decir tiene que con el whisky caliente íbamos los tres mu malitos.

Y como no, me toco a mi llevarlo hasta el C.I.R.

Con la papa que tenía tuve que decirle al sargento:

¡! Mi sahgento, yo nostoy pa condusi ahora mihmo, eh,!!

-Pues si no haces el examen, el lunes te vas a tu cuartel.

¡! Joe, mi sahgento, no aguanta usté ni una broma.!!

Pos nada, el León a conducir borracho como un piojo.

Me senté al volante, coloque  mi espejo exterior bien, cerré un ojo, y me puse en camino.

Llegamos al C.I.R. sanos y salvos, y nada más bajarme del camión, me acerque al olivo, ese que tenía un tronco tela de gordo, y vomité los bocatas de ese día y hasta la comida que el gualtrapa del cocinero no me quiso dar el primer día de comedor.

Pero aprobé, con dos coj…….. Y no solo eso, sino que además me  cogieron para el otro carnet.

Estuve un mes entero, yendo todas las mañanas al cuartel de automovilismo, para practicar con el articulado y por lo tanto, seguía sin hacer ningún servicio.

Que mili me estaba tirando.

Después de tres meses allí, y con el permiso de conducir militar, lleno de sellitos, me incorpore a mi cuartel.

Allí, me reencontré con todos mis compañeros del C.I.R. que me fueron presentando a los que ya eran nuestros “hijos”, que habían llegado hacia unos días, o sea, los que nos habían librado de limpiar y de hacer las tareas más chungas.

Ahora había ascendido al grado de “padre”.

Los “bisas” estaban preparando la “jura” de los nuevos bultos. Recolectando dinero y comida, que solo ponían los bultos, para hacer la barrilada de calimocho, que sería de noche y en la  1ª Compañía de Zapadores.

Primero deberían saberse el himno de los ingenieros, aunque solo le hacían cantar el estribillo y después deberían jurar bandera, en pelota picada, besando los calzoncillos de un “Bisa”, que llevaba dos meses sin lavarse.

Muy emocionante.

Acto seguido todo el mundo bebería y comería hasta agotar las existencias.

Y como soy yo el que escribe esto, me voy a permitir la licencia de poner aquí, parte del himno de mi querido cuerpo de ingenieros.

“”Soldado valeroso del arma de ingenieros.
Cantemos a la Patria con recia fe y amor,

ARRIBA NUESTRO LEMA  ¡! LEALTAD Y VALOR!!

El Santo rey Fernando no guía y nos protege.
Castillos, con trofeos de roble y  de laurel,
Nos da su fuerza y gloria
Triunfaremos con él.

¡! CON FORTALEZA, LEALTAD Y VALOR!!
Gloria a España, al ejército y al arma.
Los ingenieros daremos con valor.””

Lo siento, pero tenía que hacerlo

Que lastima no haberte conocido en el CIR , seguro que hubiéramos hecho migas , de todos modos mi mejor amigo de mili fue un sevillano como tu ,de un pueblecito llamado Huevar y te aseguro que era todo un personaje , las cosas que llegamos a pasar juntos ¡¡¡ no sabes la ilusión que me haría darle un abrazo y perdí su dirección, que rabia ¡¡

Eres la leche Leon. Sigue asi contando tu mili y haber si nos animamos alguno mas a contarla tan bien y nos entretenemos entre todos un poco mas.

No cambies campañero y nos sigues ilustrando

Leon, eres un autentico crack...

estas contando tu paso por el SMO en clave de humor...todo un arte...

cosa que por mi parte se agradece y de paso me alegra.

Gracias.

Monstruo León... un moztruo!

un monstruo...en su genero!!

continua amigo Leon...nos haces la vida un poco mas llevadera...

si no fuera por estos ratitos.