Un Sevillano en Benidorm 5

La vida en el cuartel transcurría dentro de una monotonía que no me terminaba de gustar mucho.

En la compañía, éramos tres o cuatro conductores de los REOS, y las guardias eran siempre de Retén de Bomberos con el camión aljibe, que de vez en cuando vaciábamos en una alcantarilla del patio, para poder salir a llenarlo a un deposito que había en Palma, y así salir de allí.

Luego estaban las maniobras, yo solo hice una, y llevaba el camión con la cantina y la cocina.

En esas maniobras, recuerdo que todos llevaban una cantimplora colgada a la cintura, menos yo, que llevaba tres, y por supuesto ninguna de agua.

Me encargaba de tener siempre alguna provisión de cubatas y calimocho para los heridos en el frente y dependiendo de las heridas recibidas, les daba una u otra.

Alguna vez las cobraba, pero pocas, solo a los que  no habían sido heridos en el frente.

Otras veces, me tocaba llevar a los nuevos reclutas a tiro.

Eso, si era divertido, porque había que coger el CONTINENTAL, aquel camión enorme de grande,  el que nadie  metía por la puerta del cuartel sin hacer maniobras y yo ya le había cogido el tranquillo al asunto.

Y además, una vez en el campo de tiro, a los conductores, nos dejaban disparar a discreción cualquier tipo de pistolita.

Hice solamente dos guardias de puerta,  el 24 y el 31 de diciembre de 1981.

Sabiendo que no iría a mi casa en Navidad, se las cambie a unos polacos, para que ellos pasasen las fiestas con sus familias.

Ya habría tiempo de cobrarlas, con creces.

Por lo demás, todo era muy tranquilo, los días pasaban despacio y nos habíamos hecho clientes habituales y diarios de la cantina del cuartel, donde más de una vez y de dos, salíamos con una papa escandalosa.

Uno de esos días, que salía de la cantina para irme a mi camareta, me cruce en el patio con un sargento de la IMEC, y en un exceso de confianza, ni lo salude, ni na.

El nota se volvió y me dijo:

_ ¿Sevilla, estas rebajado de saludo?

_A lo que yo respondí:

_Nebulodesecame tadelomrulado acontelaseda.

_Estaba claro, no?

_El tío se sonrió y me dijo:

_Apúntate seis días de Preve, anda que vas bueno.

Aparte de esas cosillas, todo era muy monótono y me empezaba a aburrir un poquito.

Hasta que un buen día, me dijo uno de mis colegas, que habían puesto en el tablón de nuestra compañía, una lista para apuntarse de voluntarios a Cabrera.

Nos reunimos los “magníficos” y unos cuantos de los más allegados, y decidimos apuntarnos todos.

Santiago Contreras, Luis Ferrero y yo, de conductores con nuestros REOS volquetes, un tal Villares, con la pala-retro, Pedro, el de Olvera y el cabo Mateo, para que cuidara de nosotros.

Además también se apuntaron 15 o 20, que serían la cuadrilla de los picos y palas.

Y al mando de todos, un sargento de la IMEC, el que me metió los seis días de preve.

Creo recordar que nos fuimos a finales de marzo o principios de abril, porque yo había pedido un permiso para ir a Sevilla en Semana Santa, con la excusa de que salía de nazareno en la Hermandad de mi barrio, y como me tocaba ya, me dieron una semanita, así que creo que fue en abril.

Ya no volví a Sevilla hasta septiembre.

Montamos las maquinas, una pala-retro y una buldócer, en los Barreiros con góndola y embarcamos en el puerto de Palma, en un ferry que nos llevaría a Cabrera.

Nuestra misión, como buenos Zapadores, era preparar el terreno y hacer caminos para las próximas maniobras generales.
Y llegaron las maniobras generales, como les gustaban esas guerritas a los mandos.

Construimos una especie de garita en un promontorio con buenas vistas, para que los mandos pudieran observar bien los ataques del enemigo, que normalmente eran las COES, a los asentamientos de los invasores, que normalmente eran los pringaillos de cualquier cuerpo mediocre.

Siempre ganaban las COES, claro.

También se podían observar desde allí, los bombardeos de los barcos de la Marina  a la Isla Redonda, que curiosamente todos acertaban a darle, pero creo que era porque estaba allí quieta, que si no…

Mientras que duraban las maniobras, nosotros, éramos el comando de Reten Contraincendios, y como algunas prácticas de tiro, las hacían con fuego real, había peligro de incendio.

Y como no, nos llamaron para uno.

Nuestro vehículo de transporte era un “licotero”, provisto de motosierras, picos, palas y demás utensilios apagafuegos.
Nos montamos los cinco en el “licotero” y llegamos a donde estaba el fuego.

Ni que decir tiene, que el “licotero” no podía tomar tierra, y tuvimos que tirar todas las herramientas al suelo y bajar por una cuerda o tirarnos, ya no me acuerdo bien, el caso es que cuando llegamos al fuego, ya se había apagado.

Qué éxito.

A todo esto, los mandos nos estaban viendo desde la garita y por radio nos comunicaron que tendríamos que hacer un informe de lo ocurrido con los detalles de los estragos que había causado aquel impresionante incendio.

Informe de desastres:

Atacado el fuego por todos sus flancos, este, quedo controlado a las 13,55, comprobando que el foco principal fue originado, como consecuencia de la presencia de una bengala señalizadora, que algún tonto polla ha tirado malamente.
Lo peor de todo fue que tuvimos que volver a pie, cargando con todas las herramientas, incluida la motosierra, que evidentemente se partió al tirarla desde el “licotero” al suelo.

El  grado de satisfacción de los mandos por la operación “bengalita” fue excelente.

Triunfazo.

me encantan estas sagas jjejeje, consigues que vuelva a CIR, como si estuviese alli mismo.

GRACIAS

Leon, sigue asi, mañana historia nº6

Esto es una pasada, por que no te apuntaste antes al Cirio este

Muchas gracias

Leon, sigue asi, mañana historia nº6

Esto es una pasada, por que no te apuntaste antes al Cirio este

Muchas gracias

Que bueno tioooooooooo.... sigue eres una pasada, lastima haber ido antes y no haberte conocido.

Continua mandando estas historias.

Un saludo.

Gonzalo Martínez

este Leon esta sembrao de arte...

OJU QUE COZA TIENE!!

este León me mata , Nebulodesecame tadelomrulado acontelaseda , habria que ver la cara del sargento ja ja ja