Óbito

El Tte. Col. y yo departíamos sobre los campeonatos militares cuando un operador de centralita llamó y se dirigió al Jefe:

- A la orden mi Tte. Col. Han llamado los familiares del soldado Juan Carlos de tal y tal de la Unidad de Destinos para que le indiquen que su padre está muy grave. ¿Ordena alguna cosa más?- preguntó el operador.

- Nada, muchas gracias, puede retirarse. - Respondió el Tte. Col.

Me miro y me preguntó si le conocía.

- Si, su padre esta siendo tratado en oncología. Es de Madrid, como yo. Si no vuelve, no nos lo perdonará jamás. Podría estar en Madrid en dos horas si el conductor de servicio le lleva a Son San Joan. Sería bueno que disfrutara los últimos días de su padre. - Respondí.

- ¿Está el Tte. Capellán? ¿Y el Tte. Pérez Rosa en la U.D.? - Volvió a preguntar.

- El Tte. Capellán no está. El Tte. Pérez Rosa tampoco. Si le parece puedo ir con el oficio al Tte. Romo que lo firme por ausencia. El soldado en cuestión hoy tiene guardia. - Volví a decir.

- Soluciona el tema. Dí que lo he ordenado yo. Cuando tengas el oficio firmado por el Tte. Romo tráelo para que lo lleve al Tte. Col. Mayor.

Hice las gestiones pertinentes lo más deprisa posible. Una vez con el pasaporte en la mano y habiendo pedido al conductor de servicio que se preparase hable con el oficial de guardia. El Cabo y un soldado de guardia nos dirigimos a la garita colocada  sobre el tejado de lavandería. 

Juan Carlos estaba con el CETME terciado mirando a Palma Nova. Cuando nos vió llegar desde lejos sonrió. Cuando me distinguió a mi en el grupo se quedó serio. Sabía que yo a veces hacía ese trabajo. El miró mi cara y mis ojos y al llegar a el agache la cabeza. Me preguntó:

- Mariano, ¿no me digas que vienes a buscarme?.

- Juan Carlos llama a casa a ver como sigue tu padre. Entrega el armamento, recoge y te tienes que ir a casa unos días. Miguel está de conductor de servicio y te llevará en la furgoneta ahora a Son San Juan. Llama al cuartel con lo que pase. - dije con la cabeza agachada mientras mis ojos se enrojecían.

Mi compañero me dio un abrazo. Fuimos a recoger dejar el armamento, se cambió y recogió. Luego fuimos al despacho del Tte. Col. desde donde llamó a su casa. Desde allí le acompañé a la furgoneta y me fui a la capilla a rezar.


Disculpad que haya recogido esos momentos, pero creo que se debían conocer.

Un saludo.

Mariano

Emotivo relato Mariano.

Yo no habria sido capaz, me supongo el mal rato que pasate, de haber estado el Pater hubiese sido

mas llevadero, pero te toco a tí y lo hiciste bien.

La mili no solo es pegar barrigazos y maniobras, tambien son otras cosas, el devenir del dia a dia.

Gracias por contarnos tus vivencias Mariano.

Un cordial saludo desde Ibiza.

Este tema me ha recordado el que yo vivi en el Septiembre del 79 estando en el CIR.
Mi abuela Rosario estaba mala y acabando sus dias de vida y mi madre me puso un telegrama el cual decia tu abuela muy mal quiere verte vinieron a entregarmelo por la mañana, ella para mi y sus nietos era como una madre, le pase el telegrama al capitan de la compañia y me dijo que no podia ser, al dia siguiente o al otro dia ya no lo recuerdo bien, por la tarde me dijo que me daba un permiso para que fuera a casa, pero le dije que no que ya habia fallecido y por mucho que corriera no llegaria ni para su entierro.

Antonio Ramón muchas gracias. Te aseguro que fue uno de los peores ratos del servicio militar.

Manolo Posada. Lamento mucho lo de tu abuela. Me imagino que sería un mal trago. Además cuando se está solo en el CIR, te obsesionas más y lo pasas peor. Si te sirve de consuelo, si yo hubiera estado contigo hubiera escalado la solicitud. Pero evidente el CIR era un mundo completamente distinto al Palma 47.

Un saludo.

Mariano