Salidas de fines de semana

En Badalona y hasta no hace mucho, al otro lado de la Rambla y una vez que has cruzado las vías del tren,  existieron los baños TITUS y TIBURÓN, de grato recuerdo para mí, y que yo frecuenté muchos años en la década de los sesenta.  El Titus los domingos por la tarde se convertía en discoteca, que por aquella época, era una de las discotecas de moda de Badalona y más allá del Besós.

Aquí os dejo amigos: Cabo_hogar, XAVITRUKY y Juanito_bcn, lo que en su día escribí sobre el Titus un día plomizo cuando la nostalgia se te apodera y los recuerdos te atormentan, cuando supe que en base a la aplicación de la ley de costas de 1988 el Titus de Badalona había sido demolido y sus recuerdos, sepultados bajo sus cascotes.
El Titus lo tenía todo: playa, piscina, restaurante… y en verano, sobre todo, acogía en sus instalaciones a familias enteras para disfrutar de un día de playa sin salir de la ciudad. Los domingos por la tarde en su discoteca y bajo los porches junto a la playa, las parejas se juraban amor eterno cuando el roce tibio de sus mejillas y el beso robado, rasgaba sus corazones. Canciones como “el ritmo de la lluvia”, “la tierra”, “quinientas millas”… de aquellos cantantes de moda como: Silvie Vartan, los Mustang, Rita Pavone, Adriano Celentano o Nico Fidenco, hacían estragos con sus voces cálidas y acarameladas que se perdían en la inmensidad del mar, más allá de la playa. ¿Quién no se enamoró en la playa del Titus, cuándo la brisa y la respiración del mar hacían tintinear los mástiles de las embarcaciones y el crepúsculo de la tarde anunciaba el fin de un amor transitorio?
El Titus, como la Penya y el Cotonifio en el ámbito deportivo, fue uno de esos establecimientos emblemáticos que marcaron la vida social de muchos badaloneses de aquellos años y de muchos otros que disfrutaron de sus instalaciones.    
De joven siempre iba a uno de estos baños. El Titus lo empezé a frecuentar cuando conocí a mí  novia que, aunque vivía en Barcelona, desde muy jovencita lo frecuentó todos los domingos y días de fiesta durante muchos veranos con su amiga Carmen. Por eso, cuando supe de su demolición, la nostalgia y la tristeza me invadió. Fue como una puñalada trapera para todos aquellos que por entonces, 1960 a 1970, estábamos en la franja de los 16 a los 25 años. Bajo los cascotes han quedado ahogadas muchas promesas, recuerdos, y una cosa fundamental: parte de aquella juventud.
Hoy vivo en Sabadell y siempre que puedo, sobre todo en verano, visito Badalona y paseo por la calle del Mar… la Rambla… hoy convertida en un hermoso paseo más allá de la estación de Renfe hasta el Pont del Petroli. Recuerdo ahora, viendo la playa vacía, cuando el Titus, Tiburón, Mar Clara, La Doncella de la Costa... no nos dejaban ver el horizonte y que para llegar a ellos, cruzábamos las vías del tren con el ojo avizor por si venía un tren en un sentido u otro ya que, aunque existían los pasos subterráneos, los jóvenes no hacíamos ni caso.
Pero ella no está. Se fue como el Titus. Llevándose de mi, como un derribo emocional, los recuerdos y las emociones vividas en él.